“Yo sé que mi redentor[a] vive.”
– Cerremos este asunto de una vez por todas.
– Convéncete, que tu Salvador vive.
– No dejes espacio en tu corazón ni en tu mente para el miedo y la duda.
– ¡Date cuenta y cree que el Señor está vivo y que Él te ama y se preocupa por ti!
Oración: Señor, hoy declaro, y creo que estás vivo. Sé que mi Redentor vive. Independientemente de la sacudida por la que estoy pasando, esta gran verdad me sostendrá y me llevará. Amén.