“Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.”
– Podemos elegir entre quejarnos de todo, o alabar a Dios en todas las cosas.
– De nuestras bocas debería salir un constante torrente de alabanzas.
– Algunas veces, la alabanza nos “cuesta”, porque las cosas pueden estar difíciles.
– Pero continuemos confesando Su Nombre y dándole alabanza.
Oración: Señor, elijo, a pesar de is circunstancias, alabarte y elevar Tu nombre a las alturas. Que mi bica y mis labios siempre te alaben y te honren. Amén.