“Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.”
– Con cuánta frecuencia, cuando enfrentamos la adversidad, nos remitimos a armas terrenales.
– Podríamos terminar luchando de tal manera que se revierta y nos salga todo mal.
– Peleamos nuestra batalla con otras armas y estrategias.
– ÉL pone a nuestro alcance Su poder divino, para que seamos capaces de destruir fortalezas.
Oración: Señor, has que en mi vida, yo reciba tu poder divino. Ayúdame a que nunca tome las cosas con mis propias fuerzas, sino que con Tu poder, yo pueda demoler las fortalezas que se me pongan delante. Amén.